Tras este tiempo de aportaciones a la iniciativa de purpos/edES difícilmente podemos encontrar ideas que no hayan sido planteadas, pero sí me gustaría hacer una serie de consideraciones.
El propósito de la educación, aunque expresado de muy diversas formas, creo que esencialmente es común: conseguir personas mejores, felices y capaces de transformar la sociedad.
Para alcanzarlo cabe preguntarse entonces: ¿qué hemos hecho todos? La respuesta a este interrogante podemos plantearla desde diferentes perspectivas:
1.- La educación desde la faceta de las instituciones políticas.-
Las políticas educativas del país da la impresión que se han formulado “contra alguien”, ya que si no fuera así cómo podríamos explicarnos que en treinta años (los que llevo en la docencia) hayamos pasado por la L.G.E. (1970), L.O.E.C.E. (1980), L.O.D.E. (1985), L.O.G.S.E. (1990), L.O.P.E.G.C.E. (1995), L.O.C.E. (2002) y L.O.E. (2006), se hayan puesto en marcha 3 formas radicalmente diferentes de entender la educación, sin que ninguna de ella se haya desarrollado completamente y con el fracaso escolar aumentando hasta niveles insoportables socialmente.
Si vemos que este desbarajuste de reformas y contrarreformas hace flaco favor a la educación ¿por qué no se sientan los políticos de una vez por todas y la plantean como un verdadero bien social, llegan a acuerdos fundamentales y se dejan de utilizarla como un arma electoralista?
2.- La educación desde la faceta de la formación del profesorado.-
La formación inicial del profesorado ha venido siendo invariablemente la misma en el período del que estamos hablando: una formación esencialmente centrada en contenidos que la mayoría de las veces poco tenía que ver con los requerimientos de la docencia, exceptuando en parte la formación del magisterio, seguido por un mero trámite denominado C.A.P.
La formación permanente la mayoría de las veces se ha convertido en una acumulación de “certificados” cuya casi única finalidad era completar las horas necesarias para los “sexenios”.
Si lo vemos así ¿no sería conveniente plantear una formación centrada en la didáctica y la pedagogía que dotara al futuro profesorado de las herramientas necesarias para desarrollar su profesión con garantías de éxito?
3.- La educación desde la faceta de las familias.-
Los cambios sociales vertiginosos producidos, los cambios de los modelos considerados como “éxito social” y la integración de las madres en el mundo laboral han hecho que las familias deriven al centro educativo funciones que anteriormente ellas asumían.
Pero, si por una parte la normativa nos habla de una mayor participación de las familias en la vida y gestión de los centros y por otra “desde dentro” vemos con reticencia que esas mismas familias se inmiscuyan en nuestro trabajo o ellas se sienten cohibidas, difícilmente podemos aunar esfuerzos para conseguir el objetivo común por el que tanto ellas como nosotros estamos “aquí”.
Si estamos de acuerdo en esto ¿por qué no planteamos estrategias conjuntas de colaboración efectiva mutua?
4.- La educación desde la faceta personal.-
Tal y como yo lo veo nuestra profesión tiene un alto componente de “pasión” desde el momento en que entendemos que el aprendizaje es un acto personal y voluntario en el nuestro cometido es poner en disposición a nuestro alumnado de alcanzar por ellos mismos su propio aprendizaje mediante un proceso creativo que implica el uso de múltiples recursos encaminados a la transferencia de los aprendizajes adquiridos a diversas situaciones posteriores.
Si podemos asumir todo lo anterior debemos ser optimistas estableciendo mecanismos para: dotarnos de un marco normativo estable y coherente; formar al profesorado de manera eficiente logrando perfiles adecuados a la función que realizan; integrar de forma real a las familias en el proceso educativo de sus hijos y reconocer de forma efectiva la función social del profesorado.
Entendido así podemos colegir que “se aprende CON, no se aprende DE” y parafraseando a Celaya afirmar que LA EDUCACIÓN ES UN ARMA CARGADA DE FUTURO.